Primera parada en Australia: BRONTE BEACH

Todo estaba más que pensado. «A mitad del viaje de Bali, me paso un par de semanas por Australia de seguro». Sale tirado desde aquí si lo comparas con España y ¡Dios! Es Australia, tengo que conocerlo 100%. Ahora o nunca.

Así que, después de ciertos eventos inesperados y de cuadrar unas cuantas fechas, pillé el billete. ¡¡SYDNEY!! Iba a cumplir uno de los sueños de mi vida como turista, ¡conocer el Ópera House! (típico, I know) Mucho antes y mucho más joven de lo que esperaba hacerlo. Pero el 2014 era mi año de cumplir sueños…

Opera House

Sí, soy una guirilona.

Los últimos días en Bali fueron un pelín tristes y ver mi piso vacío no os quiero ni contar. Cuando terminé de «empacar» todas mis cosas tuve que llamar a un amigo para que me sacara con urgencia de allí. Mi primera casa, centro neurálgico de fiestas, balconing y resacas, ya no iba a serlo nunca más. 😦

Como me iba para poco tiempo y no tenía ropa de invierno (aquí está empezando el fresquirri / odio vuestras fotos de Facebook en tirantitos), decidí que lo mejor sería dejar la maleta que traje desde Madrid en casa de una amiga. Ya volvería a por ella cuando fuese. Además, así me obligaba a volver para Indo y el vuelo cutre de Air Asia me saldría bastante más barato.
Por lo tanto, ¿qué utilicé como maleta? Pues la bolsa de mi tabla de surf. ¿Qué idea más guay, eh? Pues no, pues no…Días antes, me acerqué a Kuta con su correspondiente atasco (como extraño moverme en moto)  y pillé una bolsa para una 6,8 por 250.000 Rp. (unos 16 €). Mi tabla es una 6,6, así que tendría espacio de sobra para la tabla y la poca ropa de entretiempo y cosas básicas que pudiera necesitar en Oz. Vale. Pues una hora antes de que mi taxi viniera a buscarme, llegué a casa con uno de mis colegas. Tenía todas las cosas que, en teoría, iba a llevar desperdigadas por ahí (como siempre) y mi tabla, acababa de llegar del shaper para tenerla a punto. Así que, básicamente, tenía que hacer la maleta de cero. Y básicamente, me di cuenta en ese preciso instante de que mi tabla no entraba en la bolsa. ¿Pero cómo es puto posible? Pero, después de maldecir en inglés para hacerle conocer la gravedad de la situación a mi colega, él se puso a hacerme la maleta mientras yo seguía maldiciendo en español. Tuve que dejar incluso más cosas por el camino. ¡NO TENÍA DE NADA! Como una verdadera gitanorra aventurera, claro que sí. Despedirme no fue fácil y el camino en el taxi desde Canggu a Denpasar tuvo como música de fondo mis sollozos. He descubierto en este viaje que odio las despedidas. Así que no me despedí apenas de nadie (sorry, guys!)

DENPASARKUALA LUMPUR SYDNEY BRONTE

La maleta siempre bien envueltita con cinta, no vaya a ser que alguien decida dejarte un regalito en la maleta...!

Del vuelo poco puedo decir más que me lo pasé dormida el 90% del tiempo. Descubrí la felicidad cuando despegamos y vi que no iba a haber nadie en los dos asientos contiguos. Y descubrí que los aviones de Air Asia parecen Lluvia de Estrellas cuando entras el primero. Esta todo tan lleno de vapor de agua que pensé que iba a salir convertida en Tamara Ámbar al cruzar el umbral de la puerta.

La llegada a Australia fue bastante tortuosa. Desde el aeropuerto debería dirigirme a Bronte Beach, lugar donde me alojaría durante mis primeros días en Sydney hasta que encontrara una casa propiamente dicha. Iba a casa de un tal Chris que, por cierto, no conocía de nada. Iba a ser mi primera experiencia como Couchsurfer, algo que había conocido hace muy poco y algo que, a muchos de mis conocidos, no les parecía la mejor manera de viajar para una niñita como yo. Pillé dos buses, con la puta boardbag de 18 kilos en un hombro, un mochilón con el portatil, la cámara y ropa y con la típica bolsita del Duty Free en una de las 7 manos que había desarrollado durante el paseo. Un cuadro. Pero llegué. Incluso, el segundo conductor ni me cobró el segundo viaje (3,60 $ por un autobús, pero qué ruina!).
La casa no estaba mal, nada mal. Mi cama era un colchón inflable con unas mantas, lo cual no me desagradó hasta que una noche noté mis costillas rozando el suelo. Y el chico me sugirió que abriera la nevera si tenía hambre y que cogiera una cerve para celebrar mi llegada. Sinceramente, para ser alguien que no te conoce, que te abra su casa (y su nevera) de esa manera me pareció increíble,cuanto menos. Yo, sinceramente, no sé si lo haría. Creo que no.
Cuando les conocí horas después, la cosa, incluso, mejoró. Digo les porque eran dos hermanos. Chris y Evan. Los mejores couchsurfers del mundo de seguro.

Vistas desde la ventana a Bronte Road

Sólo quiero que os imaginéis ese pedazo de bolsón en mi hombro…tres veces mi tamaño, MUERTE!!

Al día siguiente, además de buscar casa, salté hacia Bronte Beach a ver qué era lo que sucedía por ahí. Solo a ver ya que aún no tenía neopreno y no podía surfear. Y la verdad, es que me alegro mucho. ¡Mirad qué pasada!

Postal veraniega australiana

Árboles centenarios

Ying Yang..No stopping!!

Aquí, todo lo hacen con Vans

Parque Bronte Beach

Gaviotas, gaviotas everywhere!

Gaviotas, gaviotas everywhere!

Los puntitos negros ¡son surfistas!

Los puntitos negros ¡son surfistas!

Ya tengo casa y puedo decir que estoy adaptada. Vivo en Bondi Beach en un piso compartido con otras cinco personas bastante divertidas. ¡¡¡ A DOS MINUTOS DE LA PLAYA!!! La felicidad australiana existe, aunque todavía no he visto ningún canguro cruzando por la calle tal y como me habían comentado.

Pelan, pelan, coleguis!!