Kuta no es Bali. Canggu no es Bali. Seminyak tampoco es Bali. Debuti, entonces ¿dónde está el verdadero Bali de Bali?
Hace un par de fines de semana, Ari, una chica española que vive aquí dirigiendo un Surfhouse, me invitó a pasar el fin de semana al pueblo de su chico, junto con el resto de gente que, por aquel entonces, estaba durmiendo en la casa.
Al parecer, iba a conocer el Bali de verdad.
No se podía ir en moto ya que la carretera, además de su estado habitual, estaba llena de camiones enormes que iban y venían de Java con mercancías. Esto ya me daba alguna orientación de que, al menos, no iba a ser un lugar turístico. Así que alquilamos un coche y nos dirigimos a Negara. Está al oeste de la Isla, por aquí y es la capital de la Regencia de Jembrana. Aquí las divisiones territoriales son un poco diferentes a las nuestras pero, para que os hagáis una idea, una Regencia es más pequeña que una ciudad pero más grande que un distrito.
Tardamos como cosa de tres horas porque, aquí, ir con el coche a cualquier lado es como un suicidio. Pero tampoco se hizo largo. Poco a poco, el paisaje iba cambiando cada vez más: casas más bajas, menos tiendas, vegetación más salvaje, (más) animales en los laterales de la carretera que cada vez tenía más hoyos…había tramos casi selváticos. Una pasada. Además, a mitad de camino, nos paramos a surfear a la que, desde ese día, se convirtió en una de mis playas preferidas: Balian. Así que, sí, parecía que nos íbamos acercando al Bali de verdad.
La primera parada según llegamos fue en casa de la familia de Rasta, el novio de Ari, (se llama Made, pero el mote le viene por lo evidente). Era un vecindario pequeño con casas al estilo local, pero de construcción reciente. El baño estaba fuera de la casa, muy balinés también, el suelo por fuera era de tierra, y en la parte trasera tenían alguna vaca (bastante poco amigable, por cierto). En seguida, conocimos a la madre, abuela , primos y demás familiares. Todos nos ofrecían de comer y beber y se mostraban superalegres por nuestra presencia.
En seguida nos acercamos a la playa a ver si había olas. En ese momento sólo se formaba una orillera que tenía pinta de ser un poco cabrona, así que una servidora se dio la retirada…quería que mi tabla nueva siguiese de una pieza, al menos, por un poco más de tiempo.
Estuve dando una vuelta por ahí, porque sí, porque en esa playa se podía andar sin miedo de clavarte cualquier tipo de guarrería que pudiera venir del mar. Era muy verde y salvaje y en la parte trasera se abría un claro que conectaba a innumerables filas de palmeras. Brutal. Muy diferente a lo que había visto hasta ahora. También se distribuían a lo largo del final de la arena varios barcos pesqueros, ya que el principal motor de la economía del pueblo es la pesca. Si te quieres dedicar a otra cosa, estás un poco fastidiado, por lo que me dijeron los chavales locales. Y así es como debían de estar ellos, porque en los tres días que anduvimos por ahí, muy pocos de ellos tenían pinta de tener un trabajo estable. Pero tenían una tranquilidad y un buen rollo muy contagioso.
Por todo ello, y como no podía ser de otra manera, comimos estos pescaditos tan ricos, cogidos en el díay elegidos a dedo, acompañado de arroz y Lalapan, una mezcla de especias, chili y sal muy, muy buena, pero que debió de superar los umbrales de picante que mi estómago puede soportar. Al día siguiente estuve maluchilla de la tripa.
La verdad es que del finde poco más se puede contar. Estuvimos muy de tranquileo para variar. Aunque no puedo dejar de enseñaros el hotel donde dormimos. Desde fuera no parecía estar tan mal y de hecho, no lo estaba. Pero sí que se las traía. Además de la pareja, que dormía en la casa de la familia, éramos tres personas más: Misaki, una chica de Japón que solo hace referencia a su procedencia por sus rasgos, Martin, un checo también en long-term holidays y yo. Así que, nosotros, dormimos en un homestay cerca. Para pagar menos, decidimos los tres que compartíamos habitación. Vale… Abrimos la puerta, era bastante grande y solo había una cama de matrimonio. Por supuesto, no hablaban inglés. Ni de coña. “Please, extra bed?”. Lo pilló a la primera. Automáticamente, lo que hizo el chaval del staff fue tirar el colchón hacia uno de los laterales, dejando la base recubierta de plástico al descubierto. No entendíamos nada, hasta que nos señaló que Martin y yo dormiríamos en el colchón (debió de creer que los no-chinos deberíamos de estar liados) y que Misaki dormiría en la mierda de base esa.
Se fue y nos quedamos callados observando. La coqueta estaba llena de polvo, el suelo de hormigas y la tele era más vieja que el Sol. Nos miramos a ver quién decía la primera palabra pero lo que hicimos fue echarnos a reír. El checo dijo que se iba a dar una ducha y, a los dos minutos salió tapado con una de las toallas de coña que nos había dado, diciendo que la ducha no funcionaba. Llamamos otra vez al del staff que nos miró con cara de que le estábamos dando el pelmazo. Probó al igual que lo habíamos hecho todos nosotros dos minutos antes y llegó a la conclusión de que lo mejor era que usáramos el mismo cubo para arrojar el agua al wáter para poder ducharnos (es típico que no haya cisterna). Y así fue como lo hicimos, cada uno como podía pero siempre bajo la atenta mirada de la musa de gres que había colocada en la pared.
Por la noche, nos cocimos de calor y cada vez que Martin se movía el plasticorro de la base nos despertaba. Pero daba igual…al fin y al cabo era sólo un fin de semana y, al fin y al cabo, estábamos conociendo el Bali de verdad.
Os recomiendo encarecidamente que os paséis por aquí. Es como el Bali de hace 5 o 10 años y es el que te ayuda a darte cuenta de cómo se están cargando este paraíso en favor nosotros, del turista. Desde mi primera vez aquí, justo hace un año y en la misma zona, han construido como tres urbanizaciones nuevas y un par más en la misma playa. Ya no hay apenas campos de arroz ni vaquitas. Es penoso, pero la pela es la pela, ya se sabe. Al menos, puedo decir que yo si he tenido el privilegio de disfrutar de lo poco que queda de verdadero en esta Isla.
Pelan, Pelan, coleguis!!!